El litoral de Cantabria se encuentra jalonado de rías y estuarios que se forman en la desembocadura de cada uno de los ríos que tributan gentilmente sus aguas y nutrientes al mar cantábrico. En estas áreas, los sedimentos marinos forman numerosas playas, algunas de ellas de varios kilómetros, con un gran valor ambiental, social, económico y cultural. En muchas de ellas, las arenas transportadas por el mar hasta las playas son levantadas por los vientos dominantes de componente norte, tanto el húmedo gallego como el fresco nordeste, siendo depositadas en la parte de atrás de las playas para formar las dunas.Esta acción conjunta del viento y el mar provoca que los sistemas dunares sean continuamente renovados, siendo esta ‘inestabilidad’ del suelo, junto con la escasez de agua dulce y nutrientes, y la elevada salinidad ambiental, las causas por las que a las plantas les cuesta tanto trabajo colonizar estos espacios.
Aún así, algunas especies han conseguido medrar en estos ambientes hostiles, habiendo desarrollado adaptaciones específicas para lograrlo. Éstas son el resultado de cientos de miles de años de evolución en estos ambientes. Y, claro, la evolución de estas adaptaciones no fue capaz de prever lo que a la vegetación dunar se le venía encima por causa de la concentración de la población en las costas y el gran incremento de la demanda de espacios de ocio, en particular durante las vacaciones de verano. En este contexto, el trasiego de miles de turistas y paseantes veraniegos, la contaminación, la expansión de algunas especies exóticas, la urbanización de las áreas costeras y, en definitiva, la ignorancia e incomprensión del valor intrínseco y la vulnerabilidad de estos parajes, son las principales causas de alteración.
Además,en los últimos 30 años, las playas se han masificado y las dunas, como elemento asociado, han sufrido grandes cambios. En particular, creemos necesario resaltar los efectos del trasiego de maquinaria pesada (tractores, por ejemplo) para cuestiones de ‘mantenimiento’ en las playas. A nadie se le debería escapar que el peso que ejerce un tractor sobre el terreno arenoso provoca una compactación del mismo, que de otro modo tardaría muchos, muchísimos años en producirse. Esta compactación provoca que disminuya notablemente la probabilidad de que las semillas de las especies que evolucionaron en estos ambientes sean capaces de germinar y prosperar en esas zonas, puesto que necesitan para ello de terrenos básicamente sueltos. Provoca, asimismo, un ‘secuestro’ de las partículas de arena recién incorporadas por el viento, alterando el equilibrio dinámico en el sistema dunar.El propio pisoteo de las ruedas, elimina la parte aérea de cualquier planta dunar. Pero esta modificación de la estructura del suelo resulta providencial además para las semillas de algunas plantas exóticas invasoras, que no son capaces de medrar en las dunas bien desarrolladas con suelos sueltos, pero que sin embargo aprovechan estas oportunidades para asentarse y colonizar estos sistemas que, de otro modo, les resultaría imposible.
Las dunas litorales constituyen ambientes únicos y fascinantes de arrebatadora belleza. Desde el punto de vista ecológico, poseen características muy singulares, y en ellas medran algunas especies vegetales exclusivas de estos ambientes, dando lugar a comunidades de extrema fragilidad. Esta fragilidad es la que hace necesaria una gestión blanda, por lo que habría que minimizar, e incluso eliminar, el trasiego de maquinaria pesada para el mantenimiento de nuestras playas.
REFERENCIAS
Do Carmo JA, Reis CS, Freitas H. 2010. Working with nature by protecting sand dunes: lessons learned. Journal of Coastal Research 26: 1068-1078.
Navedo JG, Herrera AG, Bedia J, Valeiras X, Berzosa J, Alcántara MA. En prensa. Hábitats de Cantabria. Ed. Consejería de Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural. Gobierno de Cantabria.