Ha pasado más de un año desde que en agosto de 2011 procedimos a la construcción de una charca para anfibios, en una finca privada localizada en Luriezo (Liébana), a los pies de la sierra de Peña Sagra y muy cerca del límite de figuras de protección como LIC y ZEPA.
Desde entonces, realizamos un seguimiento de la evolución de la charca y su colonización por parte de los anfibios. Además, una vez por estación, realizamos un seguimiento de la avifauna presente en la finca y su entorno. Para ello, siguiendo una metodología establecida denominada transecto finlandés, realizamos dos transectos: uno en la ascensión desde el pueblo hasta la finca y otro más en el perímetro de la misma.
Cada transecto tiene una serie de estaciones de escucha fijas, es decir, siempre las mismas en cada visita y en donde el observador encargado de realizar el estudio permanece por espacio de cinco minutos, anotando todas las especies detectadas (de manera visual o bien por oído cuando emiten sus reclamos). La primera visita se realizó el mismo mes de agosto de 2011, mientras se construía la charca. La última visita ha tenido lugar a finales del pasado mes de noviembre, ya en la estación de otoño.
En todo este tiempo se han registrado en la finca y su entorno gran variedad de especies de aves, desde paseriformes del ámbito urbano (gorrión común, lavandera blanca o golondrina común) en la estación de observación localizada en el mismo pueblo de Luriezo, hasta especies estrictamente forestales como pico mediano, picamaderos negro o trepador azul. Además, se han citado diversas especies de aves rapaces como águila real, culebrera europea, aguililla calzada, abejero europeo o alimoche común, alguna de ellas incluidas en el Catálago Regional de Especies Amenazadas de Cantabria.
Como era de esperar, se aprecian diversos cambios a lo largo de las estaciones en la presencia y abundancia de unas y otras especies de aves. Por ejemplo, los cambios en la presencia de aquellas estrictamente estivales como aguililla calzada, papamoscas gris o avión común con las que únicamente aparecen en invierno, caso del zorzal alirrojo, llegado desde los bosques escandinavos.
Algunas especies migradoras sólo aparecen en la zona durante unas semanas, como es el caso del mosquitero musical o del papamoscas cerrojillo, que migran por nuestra geografía en agosto y septiembre, estando ausentes el resto del año.
Los cambios de estación también provocan modificaciones en la densidad de ejemplares de algunas especies y su distribución en el área de estudio. Por ejemplo, el pinzón vulgar, un paseriforme que cría en los bosques de la zona, permanece en parejas más o menos dispersas durante la primavera-verano hasta el otoño, cuando se agrupa en nutridos bandos. En ese momento, se concentran en el pueblo y su entorno en busca de comida, abandonando los bosques y partes más altas cuando el invierno aprieta.
En los próximos meses seguiremos realizando el estudio de seguimiento de avifauna, además de seguir de cerca la colonización de los anfibios de la nueva charca.