A lo largo de las últimas décadas la introducción de especies exóticas, especialmente de flora, ha supuesto una gran amenaza para los ecosistemas y especies autóctonas a nivel mundial. Se calcula que la introducción de especies exóticas es la segunda causa de pérdida de biodiversidad a escala global, únicamente por detrás de la pérdida de hábitat. Ello radica en el carácter invasor de muchas de estas especies, que desplazan a las nativas, originando graves alteraciones en algunos ecosistemas, como pueden ser marismas, sistemas dunares o ríos, además del impacto económico e incluso de salud pública que pueden llegar a tener.
A pesar de este oscuro panorama para la conservación de la biodiversidad, paradójicamente, en los últimos años existe una creciente corriente de opinión sobre el papel de las especies exóticas no-invasoras (Schlaepfer et al. 2011) para la conservación de otras especies nativas en los sistemas naturales donde se establecen y desarrollan.
Por ejemplo, es bien conocido el caso del cangrejo rojo americano (Procambarus clarkii), cuya introducción ha supuesto una reducción extrema de las poblaciones del cangrejo de río (Austropotamobius pallipes), la especie nativa, en la mayor parte del área de distribución de esta última especie en España. La causa principal es la incidencia de un hongo que produce una enfermedad, la afanomicosis (ver detalles para Cantabria en Rosa et al. 2007), para la cual los cangrejos americanos portan una defensa inmunológica, resultado de la interacción entre hospedador (el cangrejo) y el patógeno (el hongo) a lo largo de varios miles de años en los ambientes donde ambos han coexistido evolutivamente; pero no el cangrejo nativo.
A pesar del devastador efecto sobre la especie nativa, hasta el punto de que la especie se encuentra clasificada en la categoría de Vulnerable en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, han surgido recientemente argumentos sobre su efecto positivo (facilitador) para la expansión de las poblaciones de algunas especies (sobre todo) de aves, principalmente en el sur peninsular. Por ejemplo, Tablado y colaboradores (2010) señalan que esta especie es tanto beneficiosa porque proporciona presas para especies amenazadas (aves acuáticas) como perjudicial porque puede hacer que especies en los niveles tróficos inferiores (herbívoros) se extingan. De este modo, los incrementos en el número de depredadores asociados a especies de presas exóticas, especialmente cuando algunos de esos depredadores también son especies exóticas invasoras, pueden incrementar los niveles de depredación sobre otras especies y producir efectos en cascada que amenacen la biota nativa a escalas temporales más largas y espaciales más extensas.
En las cuencas del oeste de USA, la administración introdujo una especie de trucha exótica (Salvelinus fontinalis) para reemplazar a las poblaciones ya muy mermadas de la especie nativa (Oncorhynchus clarkii), debido a que se asumió que ambas especies eran funcionalmente equivalentes en el ecosistema (depredadores de invertebrados bentónicos). Sin embargo, un experimento reciente ha demostrado que la especie exótica, a unas densidades similares a las encontradas en sus hábitats naturales, consume siete veces más invertebrados bentónicos que las poblaciones de la especie nativa (Lepori et al. 2012). Estos autores proponen finalmente que los ríos donde la especie nativa ha sido reemplazada han sufrido una pérdida de funcionalidad ecológica, y que el mantenimiento de esta funcionalidad, así como su valor socioeconómico y para la conservación de la biodiversidad, son razones importantes para conservar la especie de trucha nativa.
Como reflexión, a pesar de que las especies exóticas pueden efectivamente facilitar la expansión de algunas especies nativas dentro de un ecosistema a corto o incluso medio plazo, su incidencia sobre la funcionalidad del ecosistema es en esencia negativa, en especial aquéllas que muestran un carácter invasor. Y la flora exótica es aún peor, puesto que su capacidad de expansión y crecimiento dentro de un sistema natural (invasión) provoca desequilibrios funcionales que en muchas ocasiones no tienen remedio … o sí, pero la cantidad de recursos económicos necesarios para erradicarla hacen el remedio, básicamente, inabordable.
¿Tienes un plumero (Cortaderia selloana) o una crocosmia (Crocosmia x crocosmiiflora) en tu jardín?, ¿los tienen tus vecinos?, ¿qué pensará la persona que trajo el Jacinto de agua (Eichlonia crassipes) para su estanque en España cuando observa su proliferación a lo largo y ancho de todo el cauce medio del río Guadiana (Téllez et al. 2008), impidiendo la entrada de luz en el agua en las zonas donde se expande? Conoce, actúa y sensibiliza a los que tienes a tu alrededor. Stop invasoras! Pon tu grano de arena. Te esperamos en Merón, para conocer y actuar sobre una planta exótica invasora, la coniza (Conyza canadensis)… por tu grano de arena para la conservación de la dinámica de un sistema dunar.
REFERENCIAS
Lepori F, Benjamin JR, Fausch KD, Baxter CV. 2012. Are invasive and native trout functionally equivalent predators? Results and lessons from a field experiment. Aquatic Conservation: Marine and Freshwater Ecosystems. DOI: 10.1002/aqc.2259
Rosa E, Martínez, JJ, Serdio A, Espinosa J. 2007. Los cangrejos de río en Cantabria: historia, situación actual y perspectivas de futuro. Locustella 4: 11-20.
Schlaepfer MA, Sax DF, Olden JD. 2011. The potential conservation value of non-native species. Conservation Biology 25: 423-437
Tablado Z, Tella JL, Sánchez-Zapata JA, Hiraldo F.2010. The Paradox of the Long-Term Positive Effects of a North American Crayfish on a European Community of Predators. Biological Conservation 24: 1230-1238.
Téllez TR, De Rodrigo EM, Lorenzo, G, Albano E, Morán R. 2008. The Water Hyacinth, Eichhornia crassipes: an invasive plant in the Guadiana River Basin (Spain). Aquatic Invasions 3: 42-53.