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¿Cómo se encuentran los ríos de Cantabria?

Tras la publicación del sexto informe anual del Proyecto Ríos sobre el estado de salud de los ríos de Cantabria resulta obligado, por parte de Cambera, responder a la pregunta que cualquier voluntario, socio o amante de los ríos se hace ante el presente informe: ¿cómo están nuestros ríos? Una respuesta adecuada debe partir de la objetividad, alejándose de criterios estéticos, ideas preconcebidas y motivos interesados, basándose en una observación, metódica, repetible y cuantificable. Y ha de tomar como referencia la funcionalidad ecológica del río, y de todos sus componentes, bióticos y abióticos. Todas estas premisas hacen que el método científico sea el punto de vista desde el que abarcar la valoración del estado de nuestros ríos.
La elaboración del Informe Anual 2013 se fundamenta en la labor desinteresada de un centenar de grupos, que actúan en otros tantos  tramos de río de 500 metros cada uno. Voluntarios que, en la mayor parte de los casos, llevan varios años muestreando ríos, para lo cual vienen recibiendo un variado programa formativo y los materiales necesarios para su tarea. Estamos entonces ante un voluntariado cualificado, que evoluciona adquiriendo nuevos conocimientos y destrezas, y que utiliza el método científico, en primer lugar, para ser consciente de cómo se encuentra y evoluciona su tramo de río y, en segundo, para aportar datos e información relevante a la sociedad cántabra sobre el estado de sus ríos. Nos encontramos ante una iniciativa de ciencia ciudadana que ofrece a la sociedad participar, conocer y  divulgar el estado de sus ríos.
Teniendo en cuenta la información obtenida por los voluntarios se pueden calificar los ríos en función del grado de naturalidad de su hábitat, de la composición y estructura de su bosque de ribera y de la comunidad de macroinvertebrados que albergan. Esta evaluación se complementa cuantitativamente con los inventarios de flora y fauna (autóctona y exótica), la localización de presiones e impactos, y la identificación de usos y ocupaciones de riberas y márgenes.
Con todo ello, en el año 2013 aproximadamente la mitad de los tramos muestreados tienen un hábitat modificado, presentan un bosque de ribera con alteraciones importantes, o incluso este ha desaparecido en su totalidad, o tienen una calidad de agua por debajo de las exigencias de la Directiva Marco del Agua (DMA). El resultado final es que tan sólo un 40% de los tramos estudiados poseen un estado ecológico bueno o muy bueno. Cabe recordar que el objetivo establecido por la DMA es alcanzar el buen estado ecológico y químico de todas las masas de agua en 2015.
Entonces, ¿qué problemas presentan nuestros ríos para arrojar esos datos? En el año 2013 aún existen decenas de vertidos contaminantes que empeoran la calidad potencial de las aguas. Adicionalmente, aunque no menos importante, la ocupación del cauce y de la zona de inundación (actual e histórica) genera el deterioro del bosque de ribera (talas, pastos, construcción de infraestructuras, “limpiezas de río”…), creando así la necesidad de proteger estas nuevas construcciones mediante el levantamiento de supuestas defensas (canalizaciones) y el dragado periódico del empobrecido lecho del río. Todo ello a pesar de que es bien sabido que estas actuaciones consiguen intensificar el deterioro del hábitat y la consecuente pérdida de biodiversidad, reduciendo la capacidad del río de recuperar su funcionalidad ecológica y ecosistémica. Resulta interesante mencionar que los cauces naturales, y sus bosques de ribera, aportan servicios clave a la sociedad en forma de atenuación de grandes avenidas, estabilización de márgenes, filtro de contaminantes y sedimentos y disminución de la velocidad del agua. A lo que hay que añadir además sus funciones ecológicas, como son el aporte de nutrientes (hojas, insectos, ramas…), sombra y regulación de la temperatura del agua o refugio y corredor verde para la biodiversidad.
Otro problema ligado a la pérdida de calidad del hábitat fluvial es el avance significativo de la flora exótica. En este sentido, más de 20 especies diferentes han sido citadas en el 65% de los tramos muestreados. Estas especies alóctonas proliferan debido a su alta capacidad competitiva y oportunismo, ocupando por una parte el sustrato removido por la dinámica fluvial y, por otra, colonizando aquellas infraestructuras, caminos, obras, u otras actuaciones humanas (talas, desbroces, escombreras….), que dejan yermas las riberas fluviales.
A pesar de lo mencionado, nuestros ríos albergan también un importante potencial natural. Aproximadamente un 70% de los tramos se ubican en un espacio protegido (Parque Natural o Lugar de Interés Comunitario), debido tanto a la presencia de especies de flora y fauna amenazadas, como de diferentes hábitats de interés comunitario. En este sentido, aproximadamente la mitad de los tramos inspeccionados presentan alguna especie amenazada (nutria, desmán, martín pescador, rana patilarga, salmón atlántico, lamprea o cangrejo de río).
También la valoración de los diferentes índices de calidad dictamina que, aproximadamente, algo menos de la mitad de los tramos muestreados presenta unas condiciones ecológicas buenas o muy buenas. En ellos, el bosque de ribera, el hábitat y la calidad del agua tienen unas condiciones óptimas para el funcionamiento natural del río.
Además, y no menos importante, cabe mencionar  que el proyecto sigue cumpliendo uno de sus objetivos principales: acercar la población a sus ríos. Por una parte porque se sigue contando con un centenar de grupos de voluntarios, que agrupan a más de 500 personas que han realizado su tarea semestral de muestreo de ríos. Por otra parte, porque a lo largo del año 2013 se han realizado 40 actividades formativas y divulgativas, que han acercado el Proyecto Ríos a unas cuatrocientas personas.
Finalmente, es obligado agradecer a todos los grupos de voluntariado, personas, colectivos e instituciones que han colaborado de alguna forma en la continuación de un proyecto de voluntariado que inicia con optimismo su séptimo año de actividad. También conviene ser conscientes del potencial que todas estas personas tienen para lograr el objetivo de mejorar sus ríos –que son los de todos– no sólo estudiándolos, sino también actuando en su mejora a través de iniciativas de custodia fluvial.