La malla que ha tejido Red Cambera a lo largo de los años se enreda entre gentes que compartimos un interés común por preservar un territorio vivo y fuerte. Desde el reconocimiento de las capacidades y habilidades científicas de todas las personas que formamos parte de este territorio, os hemos pedido el esfuerzo de custodiar el estado de nuestros ríos y riberas mediante un método estandarizado. En este proceso muchas de vosotras os habéis convertido en expertas en experiencias, “un concepto que nos ayuda a hacer más porosa la frontera entre los que saben y los que no saben” en palabras de Antonio Lafuente.
Por la parte que nos toca, nos habéis hecho sentir que formamos una comunidad única en la medida en que es una suma de experiencias individuales, enraizamientos locales y frustraciones a menudo contenidas, pero que lucha por el objetivo común de conservar y recuperar nuestros ríos y riberas. Con ello, nos habéis hecho fuertes para desarrollar una buena cantidad de proyectos para conservar lugares naturales que nos inspiran por su belleza, utilidad –en términos de servicios ecosistémicos– y la curiosidad por todo lo que la comprensión científica nos pueda aportar sobre ellos.
En este camino de abordar retos ambientales a través del método científico, hemos confluido con las ciencias sociales y con el arte, tratando de recoger todos los saberes posibles. Y con esto, hemos aprendido a apreciar la belleza de la naturaleza en un sentido amplio, abarcando su continente y todos los procesos que forman su contenido. Sin conocimiento no hay belleza y conservar esta belleza requiere de todos los conocimientos existentes. Por eso, este próximo año queremos reivindicar el saber de las personas que han visto cambiar el territorio de Cantabria, que lo han moldeado con su trabajo y sus hábitos y a quienes a menudo no nos hemos parado a escuchar como deberíamos. Son las personas mayores que habitan nuestros pueblos.
Empezaremos por la cuenca del Asón, avanzaremos despacio.