Este mes compartimos el encuentro con un simpático y discreto roedor nocturno que ocupa el dosel arbóreo de gran parte de los bosques de Cantabria: El lirón gris (Glis glis).
Se trata de un pequeño roedor de 16 cm de longitud (y otro tanto de cola) y 200 g de peso aproximadamente, cuya apariencia recuerda a una ardilla de color gris plateado con el vientre blanco, llamativos ojos negros y nariz rosada.
El lirón gris es una especie de distribución europea, que se extiende desde el tercio norte de la Península Ibérica hasta el río Volga y el norte de Irán. En la Península Ibérica se encuentra limitado a los bosques caducifolios de la Cordillera Cantábrica, Pirineos y Sistema Ibérico donde las temperaturas oscilan entre -14,8°C y 30,3°C, las precipitaciones anuales entre los 524 y 1852 mm. El rango altitudinal varía entre los 50 y 2.000 m de altitud, aunque raras veces sobrepasa los 1.000 m.
Dentro de su área de distribución, puede ocupar cualquier lugar donde encuentre abundante alimento (bosques, jardines, huertas y frutales), aunque se encuentra especialmente cómodo en bosques maduros de haya (Fagus sylvatica), roble (Quercus robur), o avellano (Corylus ssp.).
Aunque no se considera una especie amenazada, la transformación de los bosques para la producción maderera ha mermado en muchos casos el hábitat del lirón gris, al haberse reducido o eliminado especies productoras de frutos y los árboles con oquedades que le sirven de refugio.
El lirón gris, como el resto de parientes de su familia tiene merecida fama de dormilón, pues pasa entre seis y siete meses, de diciembre a mayo, hivernando.
Con la entrada de junio comienza a desperezarse y hacia el mes de julio los combates y persecuciones ente los machos marcan el comienzo de la época de celo, aunque los años en los que la producción de semillas forestales es escasa, una parte importante de la población no llega a entrar en celo. Durante este periodo, que se alarga hasta septiembre, los lirones emiten unos gritos que recuerdan al llanto entrecortado de un bebé.
Los primeros partos tienen lugar a finales de agosto y principios de septiembre, con camadas de 4 a 8 crías que se alimentan de la madre durante un mes. Ocasionalmente la cría y cuidado de la prole se puede hacer también de forma comunal, pero pasado este tiempo, los pequeños lirones grises abren los ojos y comienzan a alimentarse de manera independiente y en apenas dos meses y medio, consiguen almacenar gran cantidad de reservas tanto en sus nidos como en sus cuerpos (llegando a alcanzar los 300 g de peso) para volver al largo letargo en el que caen durante la época desfavorable del invierno.
En invierno, los lirones descansas tranquilos en sus madrigueras construidas con ramucas y musgos en cavidades naturales de los árboles o simplemente semienterados entre las rocas y hojarasca del suelo, consumiendo sus propias reservas y bajando sus constantes vitales hasta una respiración cada 50 minutos y una temperatura corporal de 1ºC.