Durante 2013 se llevó a cabo un trabajo que pretendía dos grandes objetivos. Por un lado, continuar con la oferta de formación continua que Cambera tratará de mantener bajo viento y marea económica por muy adversa que esta sea, y por otro, la adopción de nuevas metodologías para pertrechar la “caja de herramientas” a disposición de los participantes en Proyecto Ríos.
Estos, especialmente los más veteranos, poseen una sólida formación en ecología fluvial. Resultaría estúpido comparar su nivel técnico con el de los profesionales en esta área de la ciencia, sin embargo, el hambre de conocimiento de algunos voluntarios no desmerece ante la pasión de los científicos más involucrados.
Con esta idea en mente se os propuso participar en este ejemplo de ciencia ciudadana, contribuyendo dese la humildad de nuestros objetivos a, acercar la “ciencia formal” al ciudadano de a pie, que este pueda aportar información útil al científico y que este corresponda colaborando con los objetivos de la sociedad organizada. En este caso, el apoyo del Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria (IH Cantabria) ha resultado insustituible. Este centro de investigación, consecuente con su vocación de servicio público entiende la transferencia de conocimiento a la sociedad, originada a partir de la investigación aplicada, como parte inherente de este objetivo.
La propuesta para participar en el “Estudio de adaptación de indicadores funcionales y sustratos artificiales para la detección de impactos antrópicos” tuvo una estupenda acogida entre los voluntarios de Proyecto Ríos participantes en esta iniciativa. Así, durante la primavera de 2013, se construyeron y colocaron los sustratos artificiales en cinco tramos del río Camesa. Dos de estos sustratos tenían el objetivo de medir procesos del ecosistema: en este caso, la acumulación de biomasa en baldosas sin esmaltar y la descomposición de la materia orgánica en depresores bucales (palitos de médico). Un tercer sustrato –un ladrillo relleno de diferentes materiales-, más familiar para algunos voluntarios que ya lo utilizaron durante 2012, pretende recoger macroinvertebrados fluviales en aquellos lugares donde no sea posible meterse en el río y recogerlos con la red de muestro tradicional. Además se experimentó con el uso de fotografía digital para el cálculo del grado de cobertura del dosel del bosque de ribera.
Los sustratos han estado en el río durante diferentes fases de incubación. Así las baldosas y los ladrillos estuvieron sumergidos durante tres semanas, mientras que los collares de depresores bucales se mantuvieron en su lugar por espacio de seis meses.
La puesta a disposición de las instalaciones y la dedicación del personal del IH Cantabria (en particular de la becaria predoctoral Edurne Estévez) ha posibilitado el análisis de baldosas y palos, además de asesorar sobre el software y parámetros necesarios para el tratamiento de las fotografías cenitales al bosque de ribera.