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Entendemos que es un arduo trabajo. Experimenta, planifica, siembra, cuida, cosecha, negocia, vende, distribuye, prepara, cocina y sirve al plato. Lo valoramos, pero no hemos pedido esto. En cualquier lugar el Cocido de La Casa son garbanzos o alubias. El cocinero puede llamarlo como quiera. Suena muy bien esto de la Deconstrucción de Representatividad Democrática a partir de un Salteado de Fractura Hidráulica, acompañada de una Reducción de Soberanía Popular con un sutil aroma de Centralización Política y Financiarización Económica. Suena bien, pero en mi plato solo veo lentejas.
El vendedor y el trajinero lo presentaron como extraordinaria por su poder energético y fácil digestión. Sin embargo, muchas personas del Buen Vivir, preferimos el producto fresco, de buena calidad y de cercanas y mejores aguas y tierras. Producto local y ecológico que llaman ahora, aunque es lo de siempre. Para los animales y huerta de casa mejor evitar químicos y venenos.  Como es de Ley, agradeceremos los bienes ofrecidos, compartiremos mantel con técnicos, políticos, ecologistas, banqueros, lugareños, expertos, y disfrutaremos de las enseñanzas que nos traen lejanas tierras. Compartiremos mesa. Sin embargo no probaremos bocado alguno, pues ciertos preparados no sientan bien a quienes a base de cocinar a fuego lento no tenemos el organismo adaptado a la Alta Cocina. Por mucho que se agrande y decore el plato, aceptando tan poca y moderna cantidad de comida no queremos correr el riego de quedarnos sin comer.
Este guiso, además de escaso, no parece bien cocinado. En mi casa y en mi pueblo, siempre está todo más rico cuando se hacen las cosas con mucho amor, y este fracking huele a desaguisado ya que viene con discusiones y trifulcas por intereses contrapuestos. Parece ser que las aduanas obligan al Merca-Madrid, y estos al resto de mercados. En América hubo gente que sufrió cortes de digestión, y hasta hubo ganado que murió al comerse los desperdicios. Con estos ingredientes que amargan la comida, la Francia de tan renombrado paladar ya prohibió estas viandas.
Ya que estamos reunidos, que parece ser que solo lo hacíamos en los funerales, nuestra gentileza nos permite alabar muchas de sus virtudes, y absurdo sería, no aprender de la ocasión, y compararla con nuestra sabiduría. Ya que la primera explotación pretende REPSOL realizarla en el Valle de Luena, podríamos aprender cual espejo, al comparar a sus 1.400 accionistas que se reunieron en Madrid el 30 Mayo, con las tierras pasiegas.
Multinacional, Gobierno Central y lobbies financieros y energéticos pretenden llevar el Progreso a España. Llegan 500 años tarde. Ya cuentan que a la gente pasiega la maldecían por cerrar sus prados y cabañas para mantener al ganado cercado en vez de andando por los montes de los señores medievales. Ahora los accionistas vallan sus casas y chalets cuando ni siquiera tienen vacas que apacentar. Irónicamente criticados por no ser modernos, los pueblos pasiegos, levantando muros y mudándose en invierno y verano, se adelantaron a su tiempo. Más tarde pretenden hacernos creer que la revolución industrial empezó en Inglaterra con una supuesta idea original: los cerramientos de tierras.
Paso a paso y al principio sin ruedas, las zonas pasiegas han mantenido su forma de vida, con coherencia y constancia, por creer en lo que hacían y defender lo suyo.  Así también hacen quienes quieren la fractura, aunque su forma de vida sea muy diferente, ya que su ganancia la sacan en tierras ajenas.  No es como ahora que la gente piensa una cosa, dice otra, y luego a saber que hace. Ellos piensan en ganar dinero a toda costa, dicen que el mercado u otras esferas políticas son quién manda para quitarse responsabilidades engañar a las gentes, y luego se unen y colaboran con quien sea para seguir ganando aquí o más tarde allá en función de los favores.
Otra buena lección es la de sentirnos inmersos en la interdependencia. Ante la Globalización financiera y el capitalismo comunicacional que supuestamente preside el mundo, el mayor poder es el de definir la realidad. Quieren hacer creer a los pueblos que el crédito mueve la economía y sin el acceso al mismo, es imposible subsistir. Al contrario, esas mismas gentes del Pas pueden estar orgullosos de La Fía, forma de préstamo basada en la palabra y en el honor. Sin necesidad de variación de intereses, rescates, firmas, primas de riesgo, ni arquitecturas financieras, han podido cuidar a sus tierras, gentes y  vacas de manera envidiable en unas tierras muy agrestes. Como ella otras formas económicas en nuestros pueblos, y en muchísimas partes del mundo, han podido generar una economía real, palpable, rica y creativa, sin necesidad de cámaras de comercio, análisis de mercado, empresarios, subvenciones, cuotas, ni tiburones.
Ya sentados en la mesa algunos, lo sentimos, no comeremos este plato. Somos conscientes y podemos elegir: no nos creemos sus virtudes. Permaneceremos todos juntos, pues agua sí beberemos. Esperaremos para jugar la partida, disfrutando de nosotros y del contrario. Son las reglas. Un mundo bipolar. Para que haya un nosotros tiene que haber otros que me construyan. La gente de arriba y la de abajo, del barrio y de la plaza, montañeses y de la costa, comerciantes y ganaderos, cántabros y castellanos, autogobierno y gobierno a distancia, mío y tuyo, nuestro y de todos…
El juego es una unidad. Has de elegir situarte entre el poder y la resistencia, entre defender tu capacidad de decidir tu vida y delegar en gente de fuera. Libre o esclavo. Lo de derecha e izquierda es otra partida diferente. Ahora, el río une, las aguas son la sangre de tu familia. Piensa, siente, toma conciencia, decide, sitúate. Una vez que elijas, todo será un teatro y deberás actuar de la mejor manera. Intentarán separarnos. Nosotros somos muchos y diversos, de arriba y de abajo. Nos equivocaremos porque actuaremos. En la lumbre con los tuyos, coherencia y constancia.