En esta cita de enero queremos presentaros, una vez más, a un animal genuino de estas tierras aunque quizás para muchos, un copleto desconocido. Se trata de el caracol de Quimper, Elona quimperiana. Un gasterópodo protegido que sólo se encuentra en las zonas arboladas, húmedas y sombrías de la cornisa cantábrica y la Bretaña francesa. Este curioso caracol muestra especial predilección por hayedos y robledales, donde se le encuentra entre la hojarasca y el musgo o bajo piedras y troncos de árboles muertos; aunque también puede encontrarse en bosques de ribera e incluso pastizales húmedos o entradas de cuevas.
Se trata de uno de los caracoles de mayor tamaño en gran parte de su distribución, de cuerpo esbelto y estilizado.
Su concha es una espiral de color pardo mate, compuesta por cinco o seis vueltas que se enrrollan en un plano de doce milímetros de grosos y entre veinte y treinta de diámetro, lo que refuerza aún más su apariencia delgada. La pared de esta es suficientemente fina y translúcida como para permitir ver las manchas oscuras de la superficie del cuerpo del animal. La cara de la concha donde se encuentra el ápice, es particularmente plana, mientras que en el lado opuesto resalta la gran apertura del ombligo.
En ejemplares adultos, suelen apreciarse dos o tres bandas claras espaciadas a lo largo de la concha que muestran interrupciones de crecimiento estacional y la abertura de esta es muy redondeada con la parte interna de color blanco rosado. Algunos ejemplares presenta matices amarillentos, aunque esta característica es más frecuente en las conchas de los ejemplares muertos.
Las partes visibles del cuerpo son de tonos marrones y grises con algunos matices azulados, siendo la zona del pie y la parte frontal de la cabeza más claras que el dorso.
Alimentación
Su alimentación se basa principalmente en hongos que se encuentran en tocones podridos y muertos (principalmente de roble y haya) y hojarasca. Ocasionalmente puede comportarse como coprófago, detritívoro o más raramente como necrófago oportunista.
Distribución y hábitat
La especie presenta una distribución iberoatlántica, estendiéndose desde Galicia hasta el País Vasco francés, en el suroeste de La Rioja y también en el occidente de Bretaña. Pese a ser una especie protegida a nivel europeo por el Convenio de Berna y estatal en la Directiva Hábitats, donde figura como vulnerable, en Cantabria es relativamente abundante, con presencia aproximadamente en el 40% del territorio mayoritariamente en la vertiente norte, desde nivel del mar hasta sobrepasar los 1500 metros de altitud.
Existen 67 citas en la región, la gran mayoría de ellas se encuentran en la zona de La Montaña. A pesar de que su distribución es calificada de favorable, el desconocimiento del tamaño de la población de Quimper en Cantabria, hace que se le considere desde el punto de vista de su estado de conservación como Desconocido. Con la presente nota se aporta un nuevo registro de Elona quimperiana en el occidente de la región y el primero en el municipio de Ruiloba. Este hayazgo ha sido realizado en una finca ganadera de la localidad de Ruiloba muy próxima al mar, terreno calizo, con vegetación propia de la costa cantábrica, fundamentalmente encina y madroño, y el complejo arbustivo acompañante. Se encontraron varios ejemplares adultos, en una pila de leña muy descompuesta, dentro de un bardal, situado junto a un muro de piedra en seco de la propia finca.
El hábitat de esta cita difiere sensiblemente de lo expuesto en las descripciones habituales de la especie (hayedos y robledales) lo cual merece una reconsideración sobre el hábitat de esta especie, y hace necesario un muestreo en profundidad.
Las medidas de conservación de la especie (IH Cantabria) pasan por mejorar el conocimiento de sus poblaciones, favorecer la interconexión de bosques, mantener madera muerta en los montes, evitar los cultivos forestales exóticos en zonas con poblaciones de Quimper, evitar afecciones antrópicas (pistas, construcciones, pastoreo intesivo o evitar molusquicidas en zonas con presencia de la especie).