Que las aves y los murciélagos son, grosso modo, beneficiosos para los cultivos es un paradigma repetido por ecólogos y conservacionistas, en especial en el marco de la custodia del territorio. Aves y murciélagos se alimentan de muchos insectos que generan pérdidas importantes en los cultivos. Sin embargo, la magnitud de este servicio ecosistémico sigue siendo en muchos casos desconocida, a pesar de que en áreas tropicales estos insectos son capaces de acabar con cultivos completos de forma frecuente. Además, como muchas de estas especies son relativamente comunes, ni las administraciones ni las entidades conservacionistas prestan demasiada atención a su conservación.
En este sentido, tres científicos de una universidad alemana han realizado recientemente un experimento que ha conseguido importantes hallazgos, y han sido publicados en una de las revistas científicas de mayor impacto a nivel global en la disciplina de Ecología. Estos investigadores manipularon experimentalmente el acceso de aves y murciélagos a diferentes parcelas cultivadas y los compararon con parcelas control en áreas de cultivo de cacao en Indonesia. Las variables que utilizaron para contrastar los efectos de los tratamientos fueron la comunidad de artrópodos (insectos y arácnidos), el desarrollo de los frutos y la cosecha final a lo largo de un período de 15 meses. Y sus resultados no dejan lugar a la especulación sobre el papel de esta fauna salvaje en estos cultivos. Encontraron que la exclusión de aves y murciélagos incrementó la abundancia de insectos herbívoros, a la vez que desató las poblaciones de otros pequeños depredadores como hormigas y arañas. En estas áreas el desarrollo de los frutos se vio negativamente afectado, resultando en un descenso de la cosecha final del 31% respecto a las diferentes parcelas control, una vez eliminados los potenciales efectos a escala local (diferente cobertura de sombra de los cultivos) y a escala de paisaje (distancia de los mismos a los bosques primarios). Estos resultados ponen de relieve el tremendo impacto económico de las aves insectívoras y murciélagos más comunes en los cultivos y, por ende, el impresionante servicio ambiental que proveen.
De este modo, una gestión integrada del territorio que contemple las poblaciones de aves y murciélagos más comunes es esencial en amplias zonas rurales con abundancia de cultivos. En el caso de la cantábrica, por ejemplo, esta gestión debería potenciar el mantenimiento de ‘setos vivos’ y paisajes en mosaico en detrimento de las concentraciones parcelarias y los monocultivos de eucalipto y pino que eliminan de golpe estas importantes estructuras en el paisaje. Esto es especialmente relevante para las comunidades y personas que están dedicando sus esfuerzos al cultivo ecológico, poniendo además de manifiesto la relevancia de un saber ancestral: el de nuestras personas mayores del medio rural, que bien saben de este importante papel de las aves insectívoras para sus cultivos. ¿Alguien conoce a algún paisano que tire los nidos de las golondrinas de sus establos? ¿Y por qué, entonces, hacemos desaparecer los ‘setos vivos’? Esos muros de piedra jalonados de arbustos y árboles proveen de forma críptica un hábitat esencial para muchas aves insectívoras responsables de la salubridad de muchos cultivos. Por ello, son responsables indirectos de un porcentaje importante de las cosechas, en algunas zonas del mundo, como vemos, hasta del 30%.
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REFERENCIA
Maas B, Clough Y, Tscharntke T. 2013. Bats and birds increase crop yield in tropical agroforestry landscapes. Ecology Letters 16: 1480-1487.